lunes, 12 de septiembre de 2011

niños heroes


JUAN DE LA BARRERA


Nació el 26 de junio de 1828 en la ciudad de México. Era hijo del general de división, artillero, don Faustino de la Barrera, fundador de la fábrica de pólvora de Santa Fe, y de la señora doña Dolores Valenzuela, hija del oidor del virrey. Tuvo 23 hermanos, entre ellos Francisco, que después de alcanzar el grado de coronel en el ejército, siguió la carrera eclesiástica; y el general Faustino de la Barrera. Contaba apenas doce años de edad, cuando en 1842 fue admitido en el Colegio Militar gracias a la posición de su padre, aunque no tenía la edad requerida. 

Hizo con verdadero empeño su carrera, con muy buenas calificaciones en sus estudios, que le gustaban mucho. Pronto, por su conducta en la asonada conocida como el Plan de Regeneración Política, obtuvo el grado de subteniente de artillería, y al salir del Colegio fue destinado al Batallón de Zapadores,

on el grado de teniente de zapadores, De la Barrera se dedicó a forzar los alrededores del bosque, para lo cual constryó un hornabeque y dos medios baluartes, trabados por una cortina, casi frente a la entrada del bosque, por la parte sur, junto a la actual glorieta de entrada, en donde empezaba el camino que iba a la Condesa y se unían las calzadas de Tacubaya y Chapultepéc. Al acercarse el enemigo, fue encargado de la defensa de ese punto, quedándose con algunos soldados, con las baterías que el general Monterde, director del Colegio Militar, colocara, dejándolas al cuidado del joven teniente, de 19 años de edad.

El general norteamericano Quitman ocupaba la Condesa, frente a las ligeras fortificaciones que había construido De la Barrera, y sobre ellas cargó el 13 de septiembre de 1847, con una andanada de proyectiles. Juan de la Barrera defendió el punto a su cargo hasta que las balas enemigas segaron su vida; quedó muerto en la primera fortificación militar que había construido y cuya defensa le encargaran, en una guerra tan seria y tan injusta como fue la invasión americana. 

JUAN ESCUTIA.


Nació el 22 de febrero de 1827, en Tepic, Nayarit, ignorándose quienes fueron sus padres, pues en el Colegio Militar no existía expediente suyo, ya que era sólo alumno irregular, presentándose algunos días antes de su muerte en Chapultepéc, siendo admitido como agregado a la Escuela Militar, mientras podía tramitar su debido ingreso.

Estando Juan Francisco Escutia haciendo guardia en el edificio del Colegio Militar, la mañana del 13 de septiembre de 1847, al ver que irrumpían a él los invasores norteamericanos, por las rampas de acceso hacia el Castillo, les presentó resistencia, disparando sobre ellos su rifle. Como los invasores siguieran avanzando, se replegó y vio una bandera mexicana, perteneciente a alguno de los varios cuerpos de la Guardia Nacional que defendían el Castillo, y para evitar que la insigna patria cayera en manos del enemigo, se envolvió en ella y saltó a las rocas.

Su cuerpo rodó pendiente abajo, envuelto en la bandera que había salvado de que cayera en manos del enemigo, muriendo antes que dejarla al alcance del invasor. Tenía 20 años de edad, y era un joven robusto y animado. Su cuerpo fue encontrado, despeñado y todavía envuelto en la bandera. En 1952, como los restos de sus compañeros niños de heroicidad, los suyos fueron objeto del homenaje encendido de todo el pueblo mexicano, en imponente ceremonia que se efectuó en el Palacio Nacional y en la plaza principal de la ciudad de México. 

AGUSTIN MELGAR.


Nació el 28 de agosto de 1829 en la ciudad de Chihuahua, siendo sus padres el coronel Esteban Melgar y la señora María de la Luz Sevilla. Al cumplir los dos años de edad, murió su padre; la viuda quedó en la penuria. Terminó la instrucción primaria y perdió a su madre, quedando solo en el mundo, por lo que marchó a la ciudad de México, ya con la idea de ingresar al Colegio Militar.

El 13 de septiembre, cuando el ataque al Castillo por los norteamericanos, Melgar se portó con gran valentía, rechazando casi él solo al enemigo, en el puesto que defendía, por lo que recibió numerosas heridas: dos balazos, uno en la pierna derecha y otro en un brazo, más una herida de bayoneta en el costado derecho, cuando luchó cuerpo a cuerpo con el enemigo. En 1924 fue rehabilitado como cadete efectivo del colegio, in memoriam, en premio a su heróica hazaña, quedando agregado en su expediente el siguiente relato, que la describe:

"Alumno Agustín Melgar: muerto a consecuencia de las heridas de bala y bayoneta recibidas por defender a la patria, el 13 de septiembre de 1847. Habiendo quedado solo, intentó detener al enemigo que bajaba por la escalera del lado norte del Mirador. Mató de un balazo a uno de los asaltantes en dicha carrera. Siendo perseguido, se parapetó detrás de unos colchones, en el interior de una de las piezas, donde continuó haciendo fuego, hasta que no pudo resistir más por las heridas recibidas. Fue recogido y se le recostó sobre una mesa en la pieza cuya puerta es la primera que se encuentra, subiendo por la escalera... Quedó abandonado y en la mañana del 15 se le encontró muerto y caido en el suelo..." 

FRANCISCO MARQUEZ.


Nació en 1834 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Quedó huérfano de padre, y su madre se unió en segundas nupcias con el capitán de caballería don Francisco Ortíz, de quien el niño acarició el amor a las armas. El 4 de enero de 1847, cuando contaba con 13 años de edad, ingresó al Colegio Militar, cuando ya el general Zacarías Taylor, jefe de las tropas invasoras invasoras norteamericanas, se encontraba en Saltillo, y el general Winfield Scott preparaba la invasión de México, por el Puerto de Veracruz.

Su madre se presentó a las autoridades militares del colegio, con el siguiente escrito: "Digo yo, Micaela Paniagua de Ortíz, que por ésta me obligo a sostener con todo aseo posible y decencia regular, en el Colegio Militar, a mi hijo Francisco Márquez, que ingresa a dicho establecimiento con el objeto de instruirse en los ramos que allí se enseñan; y para que conste, doy la presente obligación en México, a 14 de enero de 1847".

Era Francisco Márquez el más joven de los seis Niños Héroes, que meses después habrían de morir por la patria, y su edad consta en el escrito que acompañó al de su madre, como solicitud de ingreso al colegio, y que dice así: "Exmo. señor: El c. Francisco Márquez, de 13 años de edad, entrados a 14, ante la justificación de S.E., con el respeto debido pasa a manifestar que, deseoso de emprender la carrera de las ciencias, a la que ha tenido una positiva afición, sus padres han movido cuantos resortes han estado a su alcance para darle este cultivo; mas dos circunstancias lo han impedido: la primera ha sido que el capitán del 9º Regimiento de Caballería. D. Francisco Ortíz, padrastro del que representa, se halla continuamente expedicionando hasta hoy en el Ejército del Norte, y la madre existe en esta capital, con muy escasos recursos para vivir; la segunda caausa es la carencia de otros arbitrios, pues no contando con más haberes que la paga del expresado caapitán y ésta repartida, no puede absolutamente alcanzar para la educación que desea el exponente..."

El colegio lo recibió, atendiendo sobre todo a que era hijastro de un capitán del ejército, que se encontraba luchando contra los norteamericanos en Coahuila, y lo destinó a la Primera Compañía de Cadetes, donde empezó su instrucción de soldado. Poco debe haber aprendido en los ocho meses que duró su instrucción de las armas, cuando llegó el mes de septiembre, y tuvo que defender su colegio contra los invasores extranjeros. Los norteamericanos cañonearon al Castillo de Chapultepéc y las defensas aledañas, los días 12 y 13 de septiembre de 1847, tomando este último día la fortaleza y el Colegio Militar que en ese lugar funcionaba.

Subieron los invasores por las rampas hasta el cerro de Chapultepéc, donde se levanta el Castillo, luchando cuerpo a cuerpo con sus defensores; se sorprendieron al mirar que muchos de ellos eran niños que vestían el uniforme de los cadetes, y que hacían frente contra ellos, disparando sus armas. Francisco Márquez, el menor de los seis héroes que murieron ese día, entre los alumnos mayores y los soldados destacados para la defensa del Castillo, perdió también la vida luchando, sin amedrentarse ante el enemigo de su patria.

El mayor Montenegro, encargado de rendir el parte correspondiente, puso en su expediente las fases finales de su sacrificio, en éstos términos: "En la falda del cerro que mira al Este, se encontró su cadáver, cerca del de Juan Escutia, ambos acribillados a balazos".

VICENTE SUAREZ.


Nació el 3 de abril de 1833, en la ciudad de Puebla, siendo hijo del primer ayudante de caballería, Miguel Suárez, y de la señora María de la Luz Ortega de Suárez. Sin embargo, en su acta de bautizo se dice ser hijo legítimo de José Ignacio Suárez y de María Tomasa Vázquez. En 1845, cuando contaba con 13 años de edaad, ingresó al Colegio Militar, seguramente mintiendo en cuanto a su edad, pues sólo eran recibidos muchachos entre los 14 y 18 años. En su solicitud de ingreso, de fecha 21 de octubre, dice haber estudiado ya gramática y cuentas.

También pudo ingresar a esa edad , porque los hijos de los militares eran aceptados desde los 12 años, aunque contra el reglamento del colegio. Vicente era de familia humilde, y en su breve vida cargó a cuestas una gran pobreza. Estando ya en el colegio, a una solicitud de ayuda, que hizo en 1846, se le contesta que si hay dos alumnos a los que se les proporcionan zapatos, "es porque uno de ellos es indigente de solemnidad y el otro descendiente de don José María Morelos y Pavón. En febrero de 1847, un escrito señala a seis jóvenes que pedían seis pesos mensuales para poder subsistir, y entre ellos está Vicente Suárez, quien en septiembre de ese año, asciende al pináculo de la gloria por haber sido de los cadetes que ofrendaron la vida en defensa de la patria, y a quienes la historia conoce como los "Niños Héroes". Su mención honoríficaa dice de su muerte, acaecida el 13 de septiembre de 1847, que se encontraba apostado como centinela en el vigía, del mirador del Castillo, cuando empezó el asedio de los norteamericanos contra Chapultepéc.

Los invasores subieron por el cerro, y entonces el cadete "marcó el alto a los asaltantes que continuaron avanzando. Mató de un balazo a uno de ellos, con la balloneta hirió a otro en el estómago y fue muerto en su puesto, luchando al arma blanca. Murió por su bravura, pues su juventud hizo a los asaltantes vacilar en su ataque, hasta que fueron atacados por él". Tenía entonces 14 años, sin grado alguno todavía. La patria lo ha glorificado, juntamente con sus compañeros de sacrificio, y tan grande fue la hazaña de todos ellos, que colocaron a México entre los pocos países del mundo que cuentan con héroes niños, muertos por defender a la patria de invasiones extranjeras.

Los restos de los niños héroes fueron rescatados de Chapultepéc, en 1952, y mediante una identificación pericial, se les colocó en urnas de plata sobredorada y de cristal, que fueron depositadas en el Altar de la Patria, que en su honor se erigiera en el Salón de Banderas del Cuerpo de Defensores de la República, del Palacio Nacional. Recibieron los honores del presidente de la República, su gabinete y los poderes de la Unión parta ser llevados en andas de cedro al túmulo que se levantó exprofeso en el Zócalo o Plaza de la Constitución, donde todo el pueblo de México pudo venerarlas. Veintiún cañonazos fueron disparados en su honor. 

FERNANDO MONTES DE OCA.



Nació el 29 de mayo de 1829 en Atzcapotzalco, siendo hijo de don José María Montes de Oca y de doña Josefa Rodríguez de Montes de Oca. En 1847, al ver invadida su patria por los norteamericanos, sintió deseos de aprender a defenderla, por lo que solicitó su ingreso al Colegio Militar, en el mes de enero de ese año. Ingresó el 24 de ese mes, causando alta en la Primera Compañía de Cadetes, en la que empezó su aprendizaje en la carrera militar, que duró tan poco.

Montes de Oca fue uno de los alumnos del Colegio Militar que, el 13 de septiembre de 1847, a la vista de los norteamericanos que amagaban a la ciudad de México, no hizo caso a las recomendaciones que les hiciera el director, general Monterde, para que se refugiaran en sus casas, dejando el colegio a los soldados defensores; sino se quedó dentro del Castillo, y cuando se enteró que lo atacaban los invasores, se armó y se dispuso a presentar batalla. En su expediente se narra su muerte como sigue:

"...Muerto por la patria... al saltar una ventana que daba al rancho de Anzures, para incorporarse al resto de los alumnos, que defendían la entrada del Bosque, desde el Jardín Botánico. Fue cazado por los norteamericanos, que ya se habían adueñado de la azotea. Su cadáver quedó abandonado por tres días..." Su madre obtuvo, después, ocho centavos diarios de pensión. Y como a los demás Niños Héroes, a Montes de Oca le fueron rendidos los honores de la patria, en el año de 1952, con las imponentes ceremonias con que sus restos fueron rescatados y depositados en urnas de cristal y de plata, en el Monumento de Chapultepéc. 



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